López Lomong un superviviente de Kimotong 


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Nació en Kimotong, Sudán. El 5 de enero de 1985, actualmente tiene 33 años. Su lengua materna es el  buya. La lengua que más usaba en Kenia era el swahili. Y en Estados Unidos el inglés.
Se llamaba Lopepe, que en buya significa “veloz”, le llamaron así porque estaba todo el día corriendo.

En el momento en el que nació su país estaba en guerra, una guerra civil. Vivía con su familia, que era ganadera, en una casa de barro con sus padres sus hermanos Abraham y John y su hermana Grace. Eran católicos.

Toda su historia comienza con Lopepe, con seis años, su madre y su padre yendo a misa, cuando, de repente, un grupo de soldados rebeldes pararon la misa y a la fuerza se llevaron a todos los niños que estaban ahí. Les llevaron en una camioneta, de hierro y llena de barro, no podían ver a donde iban ni que hacían, el camión estaba tapado por una lona que no les dejaba ver el exterior. Tras muchas horas en el camión los soldados frenaron, los bajaron y les taparon la cabeza. Les llevaron a un barracón donde más o menos ochenta niños y adolescentes estaban, en el barracón no había niñas, solo niños, sus hermanos no habían sido secuestrados porque justo ese día no habían ido a misa por lo que estaba solo. Allí se encontró con un adolescente que le había reconocido este le ayudó junto con sus dos amigos. Lopepe los considera sus tres ángeles. Allí estuvo tres semanas, sin luz del día, ninguna comodidad y una comida a base de arroz con arena. Por las duras condiciones cada mañana aparecía algún compañero muerto.

Pasados unos días los soldados separaron a los niños de los adolescentes, estos se pasaban el día entrenado para la guerra, luego por la noche volvían al barracón con el resto de los niños. Entre estos adolescentes estaban los tres ángeles de Lopepe, que una noche le dijeron que se iban a escapar y que querían que Lopepe los acompañara. Esa misma noche, cuando todos estaban dormidos, los tres ángeles y Lopepe se escaparon. “Me acordé de la historia que cuentan los Hechos de los Apóstoles, cuando los ángeles liberan a san Pedro de la prisión en mitad de la noche. Dios hizo lo mismo conmigo y mis tres ángeles”, eso dijo Lopepe, esa noche Dios los ayudó a escapar y a refugiarse en algún sitio del campo. Se pasaron corriendo dos o tres días, dormían durante el día y corrían durante la noche. Lopepe era muy pequeño para aguantar tanto tiempo corriendo en estas condiciones, por lo que sus amigos en ocasiones lo llevaban a rastras o a caballito. Tras haber corridos durante mucho tiempo se encontraron con una camioneta de soldados que los llevaron al campo de refugiados de Kakuma, al noreste de Kenia, que pertenecía al Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Allí les curaron las heridas a los cuatro y los llevaron a una tienda de campaña a descansar, el hospital de campaña.

Tras curarse Lopepe se buscó una tienda de campaña para poder estar en el campo de refugiados. La compartía con otros ocho compañeros. Todas las mañanas iban a recibir la comida diaria, que compartían con toda la familia, sus compañeros de tienda, excepto los martes, que venía un camión de basura y allí los niños buscaban comida, tenían un sistema para poder coger toda la mejor comida posible antes que los demás. Lopepe estuvo allí durante diez años, en los cuales le pusieron el apodo de López, con el que se quedó para el resto de su vida. Todos los días, a medida que pasaban los años tenía más responsabilidades, pero cuando no estaban cumpliendo sus obligaciones, yendo a clase o yendo a misa jugaba al fútbol, como eran muchos, los mayores del campo les obligaban a dar una vuelta al campo de refugiados para poder jugar, la corrían descalzos sobre un suelo de piedras y hierbas y palos. López jugaba muy bien al futbol, pero no la pasa nunca y por eso le obligaron a jugar como portero, al principio no le gustaba, pero, como no le iban a dejar jugar de otra posición se propuso ser el mejor, y eso hizo. Durante este tiempo, como a López no le fueron a buscar sus padres, los dio por muertos.

López se sentía muy aburrido, porque no podía jugar todo el rato. Un día, mientras daba la vuelta habitual, se fijó en que había una granja cerca del campamento. Unos días después fue a buscar trabajo allí y el dueño le dejó que cuidara de sus vacas, le pagaba una moneda cada semana.

Todos los niños estaban emocionados por las olimpiadas, aunque López no sabía lo que eran cuando le ofrecieron ir a verlas a la casa del granjero el accedió intrigado. Allí tuvo que pagar la moneda que había ganado trabajando para el granjero.

A López le parecía muy raro que saliese una imagen y un sonido de una caja de metal enchufada por un cable, pero lo que más le impresionó fue ver a los corredores que estaban compitiendo en las Olimpiadas, en especial a Michael Johnson, quería ser como él. “Si Dios me había conducido hasta Kakuma era por algo. Michael Johnson había ampliado mi horizonte; vi qué destino me tenía reservado Dios y estaba seguro de que no me faltaría su ayuda”, pensó en aquel momento. Llegó un momento en que la televisión se apagó y todos los niños pagaron otra moneda, pero López no tenía otra, así que el granjero no le dejó continuar viéndolas.

Después de esto López empezó a entrenar todos los días. Corría por alrededor de del campo, aunque el resto de la gente le decía que no le iba a servir para nada que debería estar jugando al futbol con sus amigos.

Dos meses después al finalizar la misa el sacerdote les dijo que Estados Unidos quería que 3500 niños fueran acogidos por familias, para poder ir a Estados Unidos tenían que redactar su vida en inglés, esto supuso un problema para él y par a el resto de sus compañeros porque no conocían muy bien el inglés, pero, entre todos, se fueron ayudando para hacer una redacción decente, que traducían desde el swahili al inglés. Entregó la redacción y esperó pacientemente a que les dijeran quiénes iban y quiénes no. Meses después anunciaron quienes acudirían y resultó que él era uno de ellos.

A todos los seleccionados los llevaron en avión a un lugar cercano de Kenia, pero con más riquezas. Les dieron ropa nueva y los bañaron. Todas las semanas colgaban una lista donde ponía el nombre de los niños perdidos que habían sido acogidos por una familia estadounidense. López no tuvo la suerte de ser de los primeros, pero si la suerte de ser acogido, ya que poco después de que se fuera a Estados Unidos pasó el 11S y se dejó de lado este proyecto.

López viajó en un avión donde su único equipaje era un abolsa blanca que no podía soltar por nada del mundo. Al llegar a Estados Unidos le dieron una Fanta y una barra de pan para él solo, le pereció demasiada comida para una sola persona, además pensó que alguien vendría a regañarle por habérsela comido él solo y no haberla compartido así que no se la comió entera.

Tras estar esperando un tiempo lo embarcaron en otro avión donde lo llevaron al estado de Siracusa, donde sus padres adoptivos vivían.

“Al llegar, pensaba que comenzaría a trabajar en una fábrica para salir adelante, porque en África me consideraba un adulto, pero tuve que aprender a ser un niño de nuevo”. Al principio se vio reacio a estar con ellos, porque eran extraños y además pensaba que él no debería estar allí y que pronto acabaría, por eso siempre que le preguntaban año decía que si para no molestar. Sus padres le enseñaron la habitación y el baño, le dijeron que se podía hacer lo que quisiera, y él durmió. López no sabía lo que era la luz y menos lo que era un interruptor por lo que durmió durante toda la noche con la luz encendida, hasta que sus padres se dieron cuenta de esto y le explicaron lo que era. También tuvo problemas con la ducha, no sabía nivelar el agua y siempre que se duchaba lo hacía con el agua congelada, también sus padres se lo explicaron y al final encontró una medida perfecta, que no movió en toda su vida junto a esa ducha.

Lo primero que López les pidió, nada más llegar, fue un recorrido de más o menos treinta kilómetros, aproximadamente lo que media el campo de Kenia. Al ver la capacidad que tenía para correr, el padre llamó al entrenador del colegio al que iba a ser apuntado y le presentó a su hijo. Primero, para ver el nivel de López el entrenador corrió con él los treinta kilómetros que corría López, que iba más lento de lo habitual porque tenía que esperarle, al final el entrenador le pico, pero sin darse cuenta de ello, a que corriese lo más rápido que pudiera, López dejó al entrenador sentado. Inmediatamente lo quiso coger para el equipo de atletismo, pero López solo quería jugar al futbol, que es lo único que conocía. Al final lo acabó persuadiendo con una sudadera del equipo. Esto fue algo muy importante para su vida profesional, porque con este entrenamiento podría llegar a ser lo que es ahora, un corredor estadounidense de las Olimpiadas. En el segundo año de instituto empezó con los entrenamientos de cross, donde se corría su amigo de Tom, que le abrió la taquilla a López durante todo su primer año de instituto. Al llegar a la cima de la montaña que tuvieron que correr en el primer entrenamiento le dijo por enésima vez que iba a ir a las Olimpiadas del 2008 y Tom le prometió que iría a verle, eso hizo.

Con el equipo ganó muchas carreras y muchos ojeadores le ofertaron becas para universidades con prestigio, aunque no pudo aceptarlas por el SAT, el equivalente a la reválida de España. Barb y Robert adoptaron a otros tres niños perdidos, con el que mejor se llevaba López era con Dominic, en un principio iba a ir con él a la misma universidad, pero al final decidió ir a la otra porque Dios así lo quería.

Al final dejó los estudios durante un tiempo porque se tenía que preparar para las Olimpiadas, le prometió a su madre que terminaría la universidad. Ganó la carrera de los 1.500 metros de la NCAA y le invitaron a correr con el equipo de atletismo de Estados Unidos, pero no la aceptó porque alguien le había propuesto correr en las Olimpiadas, lo que siempre había querido.

En los Juegos Olímpicos de Pekín todos sus compañeros estadounidenses le votaron par que llevara la bandera en la inauguración. No ganó lo Juegos ese año, pero no le importó.

Ese mismo año volvió a ver a su madre biológica, ya había hablado con ella antes, pero nunca se imaginó que podría volver a verla. Pudo contactar con ella gracias a una amiga suya, Melissa Kiehlbaugh, que le preguntó si era de Kimotong y, como sí que lo era, localizó a su familia y pudo hablar con su madre. Resultó que tenía dos hermanos más, Peter y Alex. Habló con su madre un montón de veces, incluso su amiga le trajo una foto de ella en la que se vio reflejado.  Los padres de López, los adoptivos, mandaban dinero a la familia de López para que los hermanos pequeños pudieran ir al colegio, les daban doscientos dólares cada mes y con eso la familia de López era rica.

Dos años después de que pasara esto le llamaron desde HBO porque querían contar su historia. López les dijo que sí que aceptaba que le grabaran para contar su vida, ya que esto era una forma de difundir su historia para que la gente ayudara.

Los de HBO lo que querían era que se reencontrara con su madre, aunque ella no sabía nada, así que viajaron hasta Kenia en avión. La madre, Peter y Alex vivían en Juja y el padre en Sudán, trabajaba en los campos y con el ganado.

Al día siguiente de llegar del viaje López fue al encuentro con su madre. Al llegar allí un montón de mujeres y niños le interrumpieron el paso y lo saludaron y le dieron abrazos y besos, no pudo llegar hasta su madre hasta que los abrazo a todos y todas. Tras esto, cuando se encontraron, se fundieron en un gran abrazo. A continuación, su madre le empezó a rociar el cuerpo con harina fermentada, símbolo de gran gozo. El siguiente día HBO lo había preparado todo para que pudiera venir su padre desde Sudán, solo para verle.

Tardó mucho en convencerles de que tenía que volver a América, pero cuando lo comprendieron los padres le dieron su bendición, pero antes debería hacer una cosa en Kenia. Debido a que lo habían dado por muerto le habían hecho una tumba, por lo que debería “resucitar” de ella. Cuando llegaron a Kimotong lo primero que debían hacer era espantar a los espíritus y para ello la hermana de López cogió un huevo y se lo dio a su madre, esta lo partió y lo tiró al suelo. Todo el pueblo pasó por encima de él y López también pasó por encima. Tras eso todo el pueblo empezó a abrazarle y besarle. Se celebró una gran fiesta en honor a la vuelta de López. Cuando finalizó la fiesta todo el pueblo fue a la tumba y frente a ella un anciano con la cara pintada de blanco cogió una cabra y la degolló, después la rajo por el vientre y, con todas las vísceras que había comido la cabra, empezó a embadurnar a López con ellas. Esto es una bendición y además ahuyenta a los malos espíritus, tenía que estar con eso hasta que se pusiera el sol. Aquel día la celebración en el pueblo fue a base de cabra. Al día siguiente se celebró otra ceremonia para desenterrar las cosas de López, esta vez mataron a un toro. Con esta celebración concluyo su visita a Kenia.


Cuando volvió a América le esperaban las olimpiadas. Corrió las pruebas para los 800 y 1.500 metros. En los 800 metros quedó quinto y en los 1.500 fue eliminado en las semifinales. Pero eso no importó, porque él había cumplido su sueño de correr en unas olimpiadas.


Para mí la única conclusión que se puede hacer es que gracias a gente como López Lomong tenemos un mundo mejor con mejores personas. También se puede sacar como conclusión que no hay que perder la esperanza en ningún momento y que siempre hay que afrontar los problemas con una sonrisa.

Para informarme de López me he leído el libro Correr para vivir y he buscado información en esta página web:
https://www.religionenlibertad.com/la-historia-de-lopez-lomong-el-nino-sudanes-refugiado-que-llego-36987.htm 
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ENTREVISTA A ALEJANDRO BRAÑA DOCTOR EN CIENCIAS FÍSICAS  

Aquí os dejo el audio con la entrevista.


En la presentación del entrevistado, por parte de la entrevistadora no queda claro su perfil, sin embargo, las primeras preguntas aclaran esto, y para no repetir se ha decidido hacer de esta forma.




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Gran polémica entre Migue Ángel y el papa Julio II




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Catalina Braña Copmañ 
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Publicado el 04-02-2018

Tras cuatro largos y dolorosos años Miguel Ángel ha terminado la capilla Sixtina. En un principio no se veían muchas posibilidades ya que la especialidad de Miguel Ángel no era la escultura, pero una vez más Miguel Ángel ha demostrado ser capaz para lo que se le ponga por delante.

La disputa comenzó con el papa Julio II reclamando a Miguel Ángel para que hiciera su tumba, en el pasado año 1503. Iba a ser colocada en la basílica que ha sido reformada. Julio II encargó que se derruyera la basílica y encima de esta construir una nueva, acorde con las modas. El problema vino cuando, en 1506, tras haber recopilado todo el mármol requerido para hacer la basílica, el papa dejó de interesarse en que se construyera dicha. Miguel Ángel, indignado por tal decisión, se fue a Florencia, donde prometía salir de allí, tal cual dijo él, “si es para terminar la tumba del papa, o antes haré la mía”. Aunque, tras dos años, Miguel Ángel fue obligado por el papa a que saliera de Florencia y que pintara la capilla Sixtina.
Según algunas personas se dice que fue Bramante quien le incitó al papa a que obligara a Miguel Ángel a dibujar la capilla, ya que este no era especialista en pintar; de esta forma Miguel Ángel fallaría en el encargo, quedaría mal, Bramante quedaría bien y conseguiría más prestigio. No se sabe con certeza que esto sea verdad, pero si lo es Bramante se ha equivocado. Ya que la capilla ha quedado impresionante, todo el arte que ha creado Miguel Ángel lo ha hecho solo, sin ayudantes.
Se pasó más o menos un año haciendo bocetos y tras esto se puso a pintar la bóveda. En un principio la capilla iba a ser decorada con los doce apóstoles, pero tras los primeros bocetos a Julio II le pareció que quedaba muy pobre así que le dejo a Miguel Ángel que hiciera lo que quisiera con el centro de bóveda, y eso ha hecho. Es algo extraño por parte del papa ya que Miguel Ángel debería hacer lo que el papa dijera, cosa que da sensación de que en parte Julio II admira a Miguel Ángel y se podría decir que Miguel Ángel también admira a Julio II.
Primero ha simulado una compleja arquitectura, ha dibujado nueve escenas del Génesis, narradas desde el altar hasta la salida, aunque curiosamente Miguel Ángel empezó a dibujarlas desde la puerta hasta el altar. En las pechinas están dibujados doce hombre y mujeres que profetizaron que Dios enviaría a Jesús a salvar la humanidad. En los lunetos encima de las ventanas están pintados los antepasados de Cristo. El techo de la capilla es una bóveda de cañón rebajada. El fondo de la capilla está originalmente pintado de azul con estrellas doradas, pintado por Piero Matteo d'Amelia. Como lo que ha tenido que pintar lo ha tenido que pintar tumbado la pintura se le caía en la cara y esto le ha acabado perjudicando.

El 1 de noviembre próximo se celebrará la primera misa.

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